El insomnio me ha
convertido en su esclavo, desde el momento mismo que acepte por fin, que el
supuesto ¡amor eterno! Que me impulso a contraer matrimonio contigo, fue solo
una destructora ¡atracción sexual! Llena de pasión y lujuria; no puedo soportar
más el insoportable peso de la culpa sobre mis espaldas, la ansiedad de
gritarte que me voy de tu lado para siempre, al recordar con gran amargura y
tristeza, todo lo que he sufrido contigo desde que nos casamos, me carcome el
alma y a su vez, la conciencia me tortura día y noche, al rememorar el daño que
te cause y los buenos momentos que compartimos juntos, esto me obliga a
recapacitar, desechando de inmediato el pensamiento de libertad, que tanto
anhela mi alma se convierta en realidad, reconozco que no he logrado reunir el
suficiente valor para enfrentarte frente a frente y decirte que ya no te amo, porque tengo demasiado miedo de
lastimarte y aunque me duela aceptarlo sintiéndolo muy dentro de mi corazón, me
lo impide también el temor a la soledad; me lamento tanto por haber sido tan
cobarde y no alejarme de ti, cuando aún había tiempo de rectificar, dejándome
subyugar por esta maldita adicción al sexo, que fue la causante directa de
nuestra inminente ruptura matrimonial, que todos a nuestro alrededor han
descubierto, pero que nos negamos a reconocerlo tú y yo, sé que tu sientes lo
mismo, pero hay algo que no te deja decidirte a dar el siguiente paso y darte
la oportunidad de rehacer tu vida con otra pareja y por cobardes, hemos
convertido nuestra relación en un infierno, lastimándonos a diario,
amargándonos la existencia, esperando que sea el otro quien se decida a pedir
el divorcio siendo tachado de fracasado ante la sociedad.
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